En estos últimos días del año, muchas ganaderías del campo bravo aprovechan para realizar tareas de saneamiento y labores de campo como herraderos. Cargando la Suerte, se ha desplazado a la localidad de Tirteafuera para enseñar a los aficionados este tipo de tareas que normalmente no son accesibles a todo el mundo.
Con la amabilidad que siempre nos trata esa casa, nos recibe la ganadera Inés López y su marido Enrique y nos explica como se va a desarrollar la jornada de campo. Bajo la supervisión del veterinario que designa la Unión de Criadores de Toros de Lidia, en este caso Don Enrique Segura y bajo las ordenes del mayoral de la ganadería Francisco Blanco, un reducido grupo de colaboradores, entre los que destaca el matador de toros Aníbal Ruiz, empiezan a apartar los animales que esta mañana se van a herrar. Hoy serán 61 machos, 39 hembras y otro buen número de mansos, por lo que el tiempo es oro y no se puede desperdiciar ni un segundo.
En este acto, los animales dejan de ser anónimos y se les identifica con un nombre y un número. Se podría decir que metafóricamente es como hacerles el D.N.I.a los animales. El nombre que se les asigna a los novillos es el de la madre.
Las reses de la ganadería Toros de Mollalta, pastan en la finca “El Espino” y esta cuenta con unas magníficas instalaciones de corrales, lo que facilita muchísimo la labor. Las vacas ya apartadas en los corrales de la bonita plaza de toros, recorren una a una la manga que les lleva derechas al cajón de curas, recientemente restaurado. Una vez en el cajón, los novillos y vacas son sujetados con una cadena para evitar movimientos que puedan entorpecer el marcar el hierro. En esta ocasión, las reses bravas serán marcadas con el hierro de la Unión de Criadores de Toros de Lidia, la T coronada como hierro de la casa, el número que se les asigne y el número 4 como guarismo. Estos becerros son las futuras corridas de toros del año 2018. Los machos empiezan a herrarse desde el número 1 hacia delante y las hembras a partir del último número donde finalizó el herradero anterior. Se les hierra siempre en el lado derecho. Una de las cosas que llama la atención es el aparato con el que se calientan los hierros, una especie de soplete que facilita mucho esta labor y que desde hace años es imprescindible en cualquier ganadería y que sustituye a la hoguera de toda la vida.
Antiguamente esta tarea de campo se realizaba sujetando al becerro por la cabeza, el rabo y el costillar, tumbándole sobre el costado izquierdo, atándole las patas y ladeándole la cabeza para evitar posibles roturas de pitones. Era sin duda mucho mas laborioso. Ahora de esa manera se suelen herrar algunas hembras pero no es habitual.
La ganadera, dirigiendo en todo momento el herradero, se le nota feliz de ver a sus nietos Lourdes y Mario implicados en el, especialmente el pequeño Mario que lo mismo aparta animales, que desparasita, que hierra y que vive el día a día de la ganadería con mucha pasión, lo que a buen seguro el día de mañana le llevará a ser el titular de este hierro. Por su parte Enrique, siempre en un discreto segundo plano, no deja de estar pendiente de todo, colaborando en lo que sea necesario y estando siempre atento a los mas pequeños.
Mientras se va desarrollando el herradero, Inés nos comenta que no tiene ninguna corrida de toros para lidiar el año que viene, pero que cuenta con 3 novilladas picadas para esta próxima temporada.
Una vez herradas las reses, se aprovecha que están en el cajón para desparasitarlas y se les aplica un espray para ayudar a la cicatrización y evitar posibles infecciones. A continuación se suelta al animal al campo para que se reúna con sus hermanos de camada.
Al finalizar la jornada y ya casi sin luz solar, el herradero ha terminado satisfactoriamente y sin incidentes, es la hora de comer un buen plato caliente alrededor de la gran mesa que luce en el salón principal de la plaza de tientas y calentarse al lado de una buena candela, comentando los detalles y anécdotas del día.
Texto y fotos: Manuel del Moral Manzanares.