Gran tarde del rejoneador Diego Ventura que corta tres orejas y un rabo al igual que Miguel Ángel Perera. El diestro de Tomelloso Antonio Linares corta las dos orejas de su primer toro y pierde por la espada un importante triunfo del sexto.
Con la baja de última hora de Morante de la Puebla por su lesión en la muñeca que viene arrastrando ya varios meses, existía la duda de la respuesta del público en la Plaza de Toros de Tomelloso y a juzgar por lo visto en los tendidos, podemos decir que no solo no se acusó la baja del torero de la Puebla del Rio, si no que cayó bien la sustitución de Miguel Ángel Perera. A esto le sumamos el fuerte tirón taquillero que tiene el matador de toros local, el resultado es que los tendidos de Tomelloso lucían una gran entrada, aunque sin ser las de los años pre-pandemia que rozaban el lleno. Los precios de las entradas, tampoco es que ayuden mucho, pero en fin, ellos sabrán, pero al final corremos el riesgo de cargarnos la gallina de los huevos de oro.
Abría plaza el rejoneador Diego Ventura, que cuajó dos faenas a sus toros de Fermín Bohórquez demostrando un dominio total de las cabalgaduras, terrenos y suertes durante toda la tarde. El espectáculo llegó en su segundo toro montando a Fino y a Bronce formando un auténtico alboroto. El rejón de muerte fue certero y cortó los máximos trofeos que se sumaban a la oreja del primer toro.
Miguel Ángel Perera llegó a Tomelloso por la vía de la sustitución en una temporada llena de éxitos para el extremeño y volvió a demostrar por el gran momento que está atravesando este torero. Realizó dos faenas de largo metraje con mucho poder y mando. Especiales fueron los naturales a su primero al que cortó una oreja. En el quinto un toro que derribó al picador, más si me apuran por coger al caballo por los pechos que por empujar de verdad la cabalgadura, Perera volvió a cuajar al de Carlos Nuñez de principio a fin. Lo mató por derecho y se le pidieron los máximos trofeos que concedió al presidente del festejo. Lo sorprendente fue que el señor presidente sin que nadie lo pidiese, también sacó el pañuelo azul que premiaba al toro con la vuelta al ruedo, ¡vivir para ver!, vamos, un disparate que no se si fue por el calor infernal que pasamos y le nubló la mente al presidente o por la euforia del momento.
Cerraba la terna el diestro local Antonio Linares, que podemos decir que es profeta en su tierra. La pena es que es profeta en su tierra sin espada, porque ayer de haber manejado bien los aceros, hubiese sido tarde de cuatro orejas y dos rabos porque Antonio estuvo bien de verdad, tiene una conexión terrible con los tendidos y aunque con la lógica falta de oficio que ya lo irá cogiendo con el tiempo, realizó tandas de toreo relajado, de mano baja y muy jaleadas por sus paisanos.
Debe intentar no salir tan acelerado, pues cuando se relaja, su toreo gana mucho, de vez de cuando fuerza demasiado su figura. Lo de alargar las faenas en demasía es de entender por la falta de oportunidades, pero luego los toros pasados de faena se complican a la hora de la muerte. Bien Antonio en sus dos toros, especialmente en el sexto que brindó a su padre que estaba en el tendido y que fue un toro que sinceramente solo Antonio le vio las posibilidades. Linares le formó un lío en los terrenos de tablas, pero de nuevo la espada no funcionó y eso es un problema que debe hacérselo mirar. Sin espada no hay triunfo y sin triunfos no hay contratos.
Crónica y galería fotográfica del festejo: © Manuel del Moral Manzanares.
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