El Corazón de la Mancha fue testigo de la tarde en la que con toros de El Torero triunfaron Morante, De Justo y Téllez, que indultó el sexto. El novillero Aarón Infantes desorejó al que cerró un día para el recuerdo.
Más de tres horas de festejo y que la pesadez no aparezca viene a explicar el interesantísimo contenido de una tarde repleta de contenido, y en la que toros y toreros hicieron las delicias de una afición que cubrió en tres cuartas partes los tendidos del coso alcazareño.
El balance numérico de once orejas y un rabo no viene más que a refrendar la casilla estadística, pero es de las tardes en las que los trofeos obtenidos u otorgados pasan a un segundo plano distal sobre lo artístico, que viene a resultar lo verdaderamente importante, lo que no se olvida, lo que perdura. La corrida de El Torero tuvo corrección en su entipada presencia, con el trapío adecuado para una plaza de tercera. En línea a lo anterior, su comportamiento fue lo realmente sustancioso, con animales que tuvieron transmisión, galoparon en los tres tercios y desarrollaron un comportamiento generalizado de bravura y entrega.
Cuando pasen los años nos acordaremos de la tarde vivida hoy en Alcázar de San Juan, yo al menos y a buen seguro no recordaré si Morante obtuvo una del segundo o dos del cuarto, pero sí que recordaré sus detalles barrocos de ambos finales de faena, haciendo pasar el Guadalquivir por Alcázar, viendo cerquita Gelves, donde nació el más chico de los Ortega, saliendo tan airoso de la cara, enroscado en una muleta que duele desde adentro, desde la tauromaquia perfumada del aroma antiguo de José y de Juan y de tantos y tantos artistas que contiene en el interior el genial torero de La Puebla del Rio. Me acordaré del cigarrero sentado en el estribo al comienzo de su faena al cuarto, donde acarició los belfos del tacazo bragado por nombre “Ofuscado” y recordaré la seda con la que barrió el lomo en muletazos por alto tan imperfectos como bellos, así como de la naturalidad con la que dibujó el toreo en la máxima expresión de esa personal belleza que encierra el concepto de Morante.
Recordaré de esta tarde en Alcázar la manera de torear de Emilio de Justo, el cual progresa en su durísima recuperación y por la cual, aunque no lo aparente, ni la mayoría de público sea consciente del auténtico calvario que está viviendo. En Alcázar fue maravilloso poder verle de nuevo abrir el compás, darle el pecho a los toros y reunirse con ellos haciendo el toreo eterno, “el que va desde ahí delante hasta ahí detrás” cargando la suerte y añadiendo a ello su expresión elegante y encajada de torero caro. De Justo cuajó una gran faena al natural en el quinto. Los flecos tiraron del castaño “Junquito” al que había que llevar y someter. Lo hizo con la diestra al comienzo de su faena, asentando las bases de un torero que a la par de expresivo y elegante es muy dominador y poderoso por la vía del temple y la buena colocación. Después con la zurda se reencontró con el De Justo que vacía las embestidas tan atrás, hundido en sí mismo, y ganando día tras día la batalla de una lesión a la cual hoy le habló de tú, avisando de un resurgir con el que recuperar de nuevo uno de los cetros del toreo actual.
El culmen que tuvo la tarde alcazareña lo protagonizó uno de Mora, que viene de triunfar en San Isidro con mucha fuerza, que tiene ese algo especial que huele muy probablemente a figura del toreo y que se llama Ángel Téllez. Tras su alternativa en 2.019 y con la dichosa pandemia por medio, la irrupción de Téllez es a la par de sorpresiva, todo un soplo de oxígeno para la fiesta, para la afición y para cualquiera que se interese por la fiesta de los toros. A la salida del festejo se hablaba de Téllez, – “ojo con el chaval” “cuidado con el toledano” ¡cómo ha toreado Téllez! – y durante mucho tiempo se va hablar de este torero que sencillamente torea sensacional. Es muy nuevo, si, tiene poco rodaje, puede ser, pero miren, ¿y a mí que me cuentan? No me apetece aplicar teorías conservadoras ni cohibirme en las sensaciones que transmite, necesito escribir que Téllez posee una mano izquierda que puede marcar una época en el toreo, necesito expresar lo bien que embroca los toros, lo tremendamente bien que acompaña con la cintura y el gusto que impone en cualquier acción. Con el capote necesito verlo más, pero en la muleta hay “su mijita” de sello castellano que realza la categoría en la manera de componer y le da personalidad. Lo de la mano izquierda es difícil de contar, y además creo que no sería capaz, véanlo y juzguen ustedes mismos. Su segundo, de nombre “Salinero” y lidiado en sexto lugar, se fue al campo a padrear y transmitir esa profundidad, transmisión y entrega con la que embistió a los chismes del toledano. El indulto fue el éxtasis de un tendido que se puso de pie tras cada tanda de Téllez, la plaza un manicomio de triunfo, el pañuelo naranja asomando y las voces le decían a Téllez: ¡torero, torero, torero!
Para cerrar el festejo salió un manejable y boyante novillo de Juan Pedro, con el que Aarón Infantes iba a disfrutar de lo lindo cortando las dos orejas en su plaza. Papeleta nada fácil la del chaval, que sin pesarle la responsabilidad estuvo muy bien. A la verónica ya presentó sus credenciales, rematando por abajo y soltando a una mano por cada lado. Tras una fea voltereta y una tediosa y espesa lidia, agarró Infantes la pañosa para ponerle todo al novillo tras el brindis a los maestros con los que compartió cartel. Tandas muy logradas por ambos lados y una gran estocada hacían que Aarón pusiera a la tarde/noche el toque de frescura e ilusión entre los alcazareños.
No sabré acertar, cuando pase el tiempo sobre el resultado numérico de la tarde de hoy en Alcázar, pero si recordaré que se vivieron momentos especialmente intensos, y donde a buen seguro nacieron nuevos aficionados, tomaron impulso los que ya arrastran años viendo toros y emocionaron a aquellos que peinan canas y quizá no vuelvan a vivir una tarde para el recuerdo en un Corazón de la Mancha, que hoy bombeó la pureza, lo efímero, lo mágico y las sensaciones únicas del toreo por sus venas, para el bien de la fiesta.
Crónica: Víctor Dorado Prado
Galería fotográfica del festejo: © Manuel del Moral Manzanares
Plaza de Toros de Alcázar de San Juan. Tres cuartos de entrada. Tarde agradable.
Se lidiaron toros de El Torero, correctos de presencia y encastados en líneas generales. Tuvieron transmisión y entrega en los tres tercios. Fue indultado el sexto, de nombre “Salinero” y herrado con el número 53. Y un novillo de Juan Pedro Domecq manejable.
Morante de la Puebla, de tabaco y oro: Oreja y dos orejas.
Emilio de Justo, de negro y oro: Dos orejas y oreja.
Ángel Téllez, de purísima y oro: Oreja y dos orejas y rabo simbólicos.
Aarón Infantes, de azul rey y oro: Dos orejas.
El mayoral de El Torero y los cuatro vestidos de oro salieron a hombros por la puerta grande.
Saludaron montera en mano la cuadrilla de Téllez tras parear en ambos de su lote (Jesus Aguado, Juan Navazo y Alberto Zayas), así como Morenito de Arles y Pérez Valcárcel en el quinto.