Cargando La Suerte

El Cid, Román y Galdós cortaron una oreja de cada uno de sus toros, en un encierro con poca transmisión de Salvador Gavira García. 

No solo por su situación geográfica en la región, o por ser epicentro de las andanzas de Don Quijote, se le otorga a la ciudad alcazareña la denominación de “Corazón de la Mancha” sino porque Alcázar de San Juan se caracteriza como ciudad emprendedora, referente como modelo de ciudad moderna y actual, pero también como cruce de caminos de un lugar, tesoro de un contenido histórico apasionante. 

El gran fondo de afición que habita en la localidad, así como en sus alrededores, con municipios tan interesantes en lo taurino como Herencia, Campo de Criptana, Pedro Muñoz, Tomelloso o Quintanar de la Orden, solo ocupó un cuarto de los tendidos del bonito y amplio coso alcazareño, y este es el dato que debe trasladar a la gestión organizativa las inquietudes necesarias para mejorar estos registros de cara a años venideros, ya que Alcázar es merecedora de todo esfuerzo.

Los niveles de presión sonora pusieron la nota “original” a la tarde ya que en las inmediaciones se llevaba a cabo en la misma franja horaria un festival de rock, el cual precisamente no hacia un maridaje muy acorde a las liturgias de una corrida de toros. 

La corrida de Salvador Gavira García fue “una tía” si echáramos la vista algún año atrás en esta plaza, con presencia de plaza de segunda, ofensivos en sus arboladuras y entipados en los que es el toro de esta casa ganadera tan arraigada en el campo bravo. Le faltó transmisión en líneas generales a la corrida, sin llegar a ser deslucida no terminó de ofrecer esa raza y ese ansiado desarrollo a más que en tantas ocasiones han mostrado los “toros de la isla” del bueno de Salvador. 

El Cid mostró de nuevo la solvencia que caracteriza al diestro de Salteras, pudiendo mucho a su lote, a las complejidades que hubiera delante, resueltas siempre con el oficio que atesora su tauromaquia, la cual mantiene formas, torería y una colocación siempre pulcra y asentada. Le cortó una oreja a cada uno de su lote, tras sendos capítulos cargados de estructura y paciencia, donde aprovechó los intermitentes pasajes de transmisión que le ofrecieron los animales. La espada parece devolverle al sevillano, tantas y tantas glorias arrebatadas durante su carrera y despachó de buena factura a ambos oponentes. 

Román reapareció de su percance en Requena el 29 de agosto, donde sufrió varias fracturas y fisuras costales, entendemos con las severas molestias de este tipo de lesiones, las cuales no se le apreciaron demasiado en su actuación. Sorteó un segundo toro que pareció tener buena clase por el lado derecho, (lidiado sensacional por el maestro Gómez Escorial) pero que pronto se rajó y la labor transcurrió más centrada en sujetarlo y robarle lo que allí quedara que en otros menesteres de mayor relevancia. Al indefinido quinto, que pareció ofrecer más posibilidades Román le intentó plantear estructura, consiguiendo a través del esfuerzo (aquí mostró menos frescura física)  momentos de intensidad que no alcanzaron grandes cotas artísticas pero que le valieron, tras dejar una estocada casi entera la obtención del generoso trofeo que le adjudicaba su salida a hombros. 

Joaquín Galdós es un torero capaz, con expresión y con un aire interesante al que no se le ve demasiado, pero el cual ofrece buenas sensaciones delante de los toros y en Alcázar ha dejado su impronta con un lote nada fácil. El sobrero lidiado en tercer lugar tuvo volumen y peligro sordo al que Galdós recetó firmeza y profesionalidad en un trasteo más para aficionados que para el gran público. Al castaño que cerró plaza, con hechuras de toro de otra época, Galdós solo pudo aplicarle de nuevo firmeza y buena colocación, sin que allí brotara el toreo más bello, pero si el del dominio y las buenas intenciones del peruano. El pinchazo previo a la media desprendida le valió para verse a hombros con sus compañeros.

Crónica: Víctor Dorado Prado

Galería fotográfica: © Manuel del Moral Manzanares

Sábado 6 de septiembre de 2025. Plaza de Toros de Alcázar de San Juan, un cuarto de plaza en tarde muy calurosa.

Se lidiaron toros de Salvador Gavira García, devuelto el 3º, remendado por el sobrero nº24. Serios en sus morfologías y tipos, ofensivos por delante. Faltos de raza en los finales y transmisión en sus comportamientos. Pasadores sin más.

El Cid, de lila y oro: Oreja y oreja.

Román, de sangre de toro y oro: Oreja y oreja.

Joaquín Galdós, de buganvilla y oro: Oreja con petición de la segunda, y oreja.

La terna salió a hombros por la puerta grande. 

Prohibida la reproducción total o parcial de cualquier fotografía sin autorización formada del autor © Manuel del Moral.

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