Talavante rozó la Puerta Grande en una faena de inspiración basada en su mano izquierda a un gran toro de Juan Pedro Domecq de nombre «Rebeco» que pesó 672 kilos.
Otro llenazo impresionante en Las Ventas y con tarde de las que se reclaman para una corrida de toros, con mucho calor, sin viento, con sol pero sin moscas, todo no podía salir a pedir de boca.
Que si, que ya se lo digo yo, que de toros no saben ni las vacas. Desde que Plaza 1 difundió por la mañana las fotos de los astados de esta tarde comenzaron los comentarios en los mentideros de aficionados y lo típico, que si la corrida viene con exceso de peso, que si no se va a mover, que así tampoco debe ser el toro de Madrid que si tal que si cual y todos ponían el punto de mira en un toro que se llamaba «Rebeco» de 672 kg. de peso y en otro de 643 Kg. de nombre «Pasajero», e incluso echaban el cálculo de la media y a los matemáticos calculadora en mano les salía un promedio de más de 600 Kg. y todo era negatividad en cuanto a lo que pudieran dar en el ruedo los pupilos de Juan Pedro Domecq.
Me voy a ahorrar hablar del encaste de procedencia de los toros reseñados pues basta con decir que en las últimas ramas de su árbol genealógico aparece siempre el apellido Domecq en primer término y todos sabemos de qué va este encaste y eso que el pasado año, bajo mi punto de vista, fue la corrida mejor presentada de la temporada aquí, en Las Ventas.
Pero como decía la madre del soldado en el desfile “mire coronel todos llevan el paso cambiado menos mi hijo” pues eso nos ha pasado a todos los que nos las damos de entendidos en esto y mira por donde el hijo díscolo de la corrida ha sido el diferente, el mejor, el extraordinario, el que más se ha movido y mejor, si, si el tal «Rebeco», el de los 672 Kg. que en calidad y clase es uno de los que pueden optar al premio de toro de la feria. Lo dicho, ni las vacas saben de esto.
Toros bien presentados y rematados han sido la nota dominante de la corrida, manseando algunos o casi todos pero todos han sabido o podido llevar bien sus kilos se han movido que eso ya es importante, otra cosa es como lo hayan hecho pues ha habido de todo como en botica.
Eran Morante, Talavante y Pablo Aguado quienes conformaban la terna de matadores. El primero, el de la Puebla, era su segunda aparición ya que fue él quien abrió feria. El mismo número de comparecencias era el bagaje de Alejandro Talavante que ya había cortado una oreja en la corrida del pasado día 23 y el tercero en discordia, el sevillano Pablo Aguado, era su primera tarde en el serial de este año.
Corresponde en primer lugar a Morante un toro hondo y cuajado de principio a fin al que el matador trata de lancear con su peculiar estilo pero no puede lucirse al salir suelto el animal que siempre acomete con la cara a media altura, no obstante en algún lance ya suena el “olé fuerte de Madrid pues son muchos los que han venido atraídos por el torero que más pasiones despierta entre los aficionados. Mansea el “juanpedro” en el caballo hasta el que llega tras bregar con él de forma extraordinaria Curro Javier. Buen tercio de banderillas a cargo del portugués Joao Ferreira donde el animal se mueve pero sin definir las embestidas.
Con la muleta Morante hace un inicio que hace concebir ciertas esperanzas pero el toro cambia de manera radical desarrollando violencia y como el de la Puebla no es de los que se da coba pues se va a por la espada en medio de un gran escándalo desde los tendidos. Pincha de forma fea en varias ocasiones hasta que de un golpe de verduguillo acaba con el toro. Bronca, pero bronca de las gordas.
El cuarto es un toro hecho cuesta arriba y tocado del pitón izquierdo y amplio de cuerpo que embiste al capote de Morante de tal forma que no hemos podido verle lucirse y que en el caballo empuja solo con un pitón, el izquierdo, arrollando a la salida a todo el que se ponía por medio pero aun así y con esa condición Curro Javier y Alberto Zayas cumplimentan un extraordinario tercio de banderillas.
Las embestidas en el tercio de muleta son complicadas de conducir pues el toro ni se entrega ni repite dos seguidas, a pesar de ello José Antonio pone más de su parte aunque se va desfondando el animal al que en terrenos más de cerca el matador dibuja mejores embroques que finales pero no es el toro de Morante y como me dijo un vecino de localidad cuando el sevillano cogió las espada de acero: “Los artistas somos así”. Estuvo dispuesto Morante en este toro pero era imposible el lucimiento. De nuevo no le funciona el acero y con media espada baja de colocación, se acabó lo que se daba. Silencio.
Astracanado, rematado y amplio de sienes es el primero del lote del extremeño Alejandro Talavante al que recibe con variedad de capotazos de buena ejecución, lances con los pies clavados en la arena, chicuelinas y una media compusieron su saludo capotero. Mansea de forma descarada en los encuentros con el picador de turno y se repucha incluso con tendencia a los terrenos de donde salió cuando se cambia el tercio y se duele con los palitroques dirigiéndose siempre a los terrenos de tablas.
De rodillas se planta Talavante en el inicio de faena, el toro no acaba de salirse de los muletazos y da cabezazos constantemente defendiéndose. Lo intenta una y otra vez el torero pero sin poder ligar las series y con el toro cada vez calamocheando más coge la espada Alejandro y después de dos pinchazos cobra una estocada atravesada definitiva. Silencio.
Y sale el grandón, el de las críticas previas al festejos, el que la gente se tomaba a chufla, el mastodonte, ya ya, el mastodonte ¿no? Pues es el que nos ha salvado la tarde.
El animal es largo como un día sin pan, alto, muy rematado y bien comido seguro también.
En el capote pasa sin pena ni gloria pero en el caballo mete la cara abajo empujando con fuerza en las ocasiones que acude al requerimiento del piquero, galopa además con franqueza en el tercio de banderillas. Aun así había apuestas sobre lo que podía durar o no, pero para sacarnos de dudas Talavante comienza su labor con la pañosa con estatuarios y ligar sin solución de continuidad una serie de naturales increíbles. El torazo es una máquina de embestir y repite sin parar una y otra vez y lo que es mejor, quiere hacerlo siempre por abajo. Los muletazos los embroca el matador siempre muy delante y vacía las embestidas detrás de la cadera y con mucha ligazón lo que hace que los olés se oigan hasta desde Manuel Becerra pues a la inspiración del torero se ha unido la clase de «Rebeco», recuerden el nombre. Pasándose el toro genuflexo muy cerca y muy templado finaliza su labor el torero que a mí a fe de ser sincero creo que podría haberlo exprimido aún más pues el toro seguía y seguía la muleta sin aburrirse. La discusión en los tendidos era ahora que si la faena era de una o de dos orejas, las dudas las iba a disipar la espada, pero esta cayó excesivamente baja para lo que debía haber sido y todo quedó en una oreja que Don Eutimio Carracedo concedió sin problema ya que la petición fue abrumadora e incluso algunos pedían la segunda pero ya estaba bien con una aunque el toro se fue con otra que Talavante tuvo en sus manos si no llega a ser por el acero.
Se esperaba la aparición de Pablo Aguado en la feria ya que también se desplazó mucha gente desde Sevilla a verle. Entre los sevillanos que han venido por Morante y los que han venido por Aguado igual hay caravana de regreso en Despeñaperros.
Es el tercero de la tarde un toro muy Domecq, serio y estrecho de sienes al que recibe Pablo Aguado con verónicas de trazo muy suave con el cuerpo abandonado y rematando con una media de frente muy del gusto de los que abarrotaron la plaza. Desorden en el tercio de varas al derribar a caballo y caballero en su primer encuentro, quita Morante al salir del segundo encuentro con el picador toreando a la verónica, quite que es replicado por el de Sevilla capital con chicuelinas pasándose al toro muy cerca y con una media marca de la casa.
El animal muestra buenos embroques cuando Aguado se saca al toro andando hasta más allá de las rayas pero es ahí donde el toro cambia de manera radical y empieza a negar las embestidas para al final buscar las tablas viniéndose a menos. Ante la decepción Pablo coge la espada, al menos esta vez no se ha puesto pesado como en otras ocasiones y tras pinchar varias veces consigue colocar una estocada perpendicular, aviso y toro a tierra. Silencio.
El sexto que salió a la arena era el segundo de más peso de la corrida, otro toro grande y tocadito del pitón izquierdo al que también cuaja su matador por verónicas. Acude dos veces al caballo y su matador solicita el cambio de tercio que Don Eutimio no concede pues los dos primeros encuentros con el caballo han sido un simulacro y aunque el tercero también lo es se cambia el tercio.
El animal llega al tercio de muleta después de un segundo tercio de puro trámite muy justito de fuerzas.
Lo intentó Pablo Aguado por activa y por pasiva con la muleta por los dos pitones pero el animal no deba más de sí por lo que cariacontecido se fue a por la espada de acero el sevillano, no había nada que hacer y tampoco esta vez estuvo fino con la espada hasta que después de pinchar en varias ocasiones el toro quedó listo para el arrastre, las mulillas hoy se lo han currado. Silencio.
Y esto ha sido todo por hoy, mañana hay cambio en el cartel ya que será David Galván que tan buen sabor de boca nos dejó el pasado día 22 el que sustituya a José María Manzanares que causa baja por enfermedad.
Mañana más y mejor.
Crónica: Tomás Mata Menchero
Foto: © Alfredo Arévalo (Plaza 1)
Plaza de toros de Las Ventas. Toros de Juan Pedro Domecq.
Morante de la Puebla, bronca y silencio.
Alejandro Talavante, silencio y oreja.
Pablo Aguado, silencio tras aviso y silencio.