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Tarde dura, de sobresaltos y continuos tropiezos en las monturas en Pozuelo de Calatrava con un festejo para rejones donde la ganadería de Eugenio Frías puso en más de un aprieto a la terna actuante.

Un festejo muy comprometido, donde pocos se aburrieron, muy exigente y no apto para rejoneadores noveles, con una terna actuante por encima de los toros. Comenzó el festejo con el primer susto porque ya en el paseíllo se produjo un percance del alguacilillo y su caballo en una caída aparatosa ese él fue el primero de muchos.

El primero de la tarde, salió también de toriles antes de tiempo, sorprendiendo a público y a rejoneador. Con genio el astado de Eugenio Frías al que Rui Fernándes, consiguió sobreponerse por momentos a las dificultades que planteaba su antagonista, aunque con desigual fortuna a la hora de clavar las farpas. Por ese mismo motivo, se diluyo el triunfo por el mal uso del rejón de muerte.

En el cuarto de la tarde le tocó en suerte un buen toro con emoción en sus embestidas donde consiguió cuajar una gran actuación. Apurando en las cercanías, algunas veces demasiado saliendo volteado y clavando en la cara del toro, siendo fiel a un concepto de pureza sin tirar de alardes sencillos, que le valió el corte de las dos orejas.

Leonardo Hernández tuvo dos toros muy complicados. Su intención era traer a Pozuelo de Calatrava, caballos más nuevos para probarlos y darles su sitio, pero finalmente tuvo que cambiar de estrategia utilizando los caballos más veteranos ante lo que se venía. Una triunfalista oreja cortó a su primero tras el fallo con el acero.

Al quinto, le falto continuidad. Leonardo Hernández consiguió cuajar una valiente actuación, no viniendo a aliviarse. Expuso mucho, ante un toro siempre con la cara arriba, con peligro, poniéndose por delante al que tapó los defectos. Se sobrepuso a las dificultades y brilló a lomos de “Calimocho” nieto del mítico “Cagancho”, y con “Elmo” con el que arriesgo tocando los pitones en más de una ocasión la nalga del caballo. Poco certero en la suerte suprema privándole de pasear trofeos.

Roberto Armendáriz fue el triunfador numérico de la tarde, cuatro orejas y un rabo se llevó a su esportón. Pisando terrenos comprometidos y dejándose mucho llegar a las monturas con muchos momentos de apuro. Haciendo gala de su bagaje y de la calidad de su cuadra, con “Farruco” con esas batidas que tanto nos recuerdan a Pablo Hermoso de Mendoza, o con “Rubí”, “Montecristo” o “Diamante”. Con más fortuna con los aceros, el rejoneador navarro demostró el dulce momento que atraviesa. Destacando en el que cerró el festejo, al que cortó un rabo que fue más pedido por la cuadrilla que por el propio público en una actitud impropia que resta seriedad a lo ocurrido en el ruedo.

Crónica y fotos: @ Juan Dominguez.

Ficha del festejo

Con algo más de un cuarto de entrada se lidiaron ejemplares de Eugenio Frías bien presentados, con cuajo y remate, también con poder y emoción en sus embestidas, algunos con comportamiento áspero y duro para el toreo a caballo. El ultimo marcado con el número 48 de nombre “Palmero”, premiado con la vuelta al ruedo.

Rui Fernándes:  silencio y dos orejas

Leonardo Hernández:  oreja y palmas tras petición

Roberto Armendáriz:  dos orejas y dos orejas y rabo

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