Cargando La Suerte

En la corrida de la cultura se abrió la Puerta Grande y se consiguió que todos salieran contentos y cabreados con el señor del palco.

Tomen nota de este nombre D. José Luis González González, este señor no es ni más ni menos que quien ha ocupado el palco de la plaza de Las Ventas en la tarde de hoy y que si tuviera algo de dignidad, a estas horas ya debería haber presentado su dimisión para no seguir asumiendo la responsabilidad implícita que conlleva el ser Presidente de la primera plaza del mundo.

La subliminal ley de la compensación que el señor ha aplicado de forma tan personal y contra toda lógica, ha hecho que cometiera dos injusticias tremendas esta tarde quizás influenciado por el recuerdo de lo que pasó hace ya treinta años y no querer ser menos que aquel otro Presidente que otro 7 de junio de 1.994 negó la concesión de una segunda oreja al maestro colombiano César Rincón, que todo el mundo pidió por unanimidad por la faena al famoso toro Bastonito de Baltasar Ibán.

Hoy el señor González González de manera totalmente incomprensible le ha negado la segunda oreja a un torero que se la mereció con creces por una lidia perfecta desde la salida de su oponente, hasta la impecable faena de muleta que rubricó con una estocada de ejecución perfecta y que tiñeron de blanco todos los tendidos haciendo flamear los pañuelos cuya insistencia siguió después de la concesión de la primera oreja y este señor del palco desatendió totalmente, tanto es así que al torero que ha sufrido tal agravio se le obligó a dar dos vueltas al ruedo con un solo apéndice en la mano cuando era de justicia el haberlo hecho con las dos y tener asegurada la Puerta Grande desde ese momento, pero no, el único que sabía de esto en la tarde de hoy era él, los 24.000 restante no teníamos ni pajolera idea.

Pues mire usted aficionadillo de poca monta, dos pañuelos blancos y otro azul son los que del tirón debía haber sacado usted sobre el tapiz del palco que nunca debería volver a ocupar. No queda ahí la cosa sino que tendría tal remordimiento de conciencia por haber cometido tal atraco a un torero que luego después en la segunda faena del perjudicado le premia con una oreja cuando, y lo digo con toda honestidad, no se la mereció. La compensación por arrepentimiento le ha hecho cometer al entendido del palco dos errores de los que hacía muchos años no se veían en Madrid, bueno dos errores y casi medio más por lo del pañuelo azul aunque eso sí podría ser más discutible. Yo le impondría al Señor González una orden de alejamiento del palco de 500 m. durante unos pocos años.

De Victoriano del Río eran los toros del día de hoy y hubo de todo un poco en cuanto a presentación, desde el que no tenía trapío hasta el feo, el sin rematar, el abrochado de cuerna, el manso declarado, el viejo y los que les tapaba la cara en fin, de todo un poco e incluso el flojo flojísimo que fue devuelto, aun así debo decir que el juego ha sido superior al de sus últimas apariciones por estos lares por la clase que alguno ha demostrado como “Dulce” que es un nombre de toro a tener en cuenta.

El de Torrejoncillo provincia de Cáceres Emilio de Justo, el sevillano de Espartinas Borja Jiménez y el peruano de Lima Roca Rey eran los tres toreros que consiguieron abarrotar los tendidos por los aficionados.

Montado, serio y astifino es el primer toro de la tarde con el que Emilio de Justo no puede lucirse con el capote por el viento y que en caballo recibe un castigo largo en su encuentro a pesar de hacerlo con la cara a la altura del estribo y no se emplea en el segundo. Quite por chicuelinas de Borja Jiménez marcando tendencia hacia los adentros en banderillas.

Con firmeza y genuflexo comienza el extremeño Emilio de Justo su labor muletera pero se hace difícil controlar el engaño por culpa del viento. El toro tiene transmisión pero va restando pujanza cuando las series superan el tercer muletazo y acorta los viajes hasta que acaba rajándose. El viento ha molestado demasiado y de media estocada en buen sitio el matador acaba con su primer toro. Palmas tras aviso.

El cuarto toro no debió salir al ruedo venteño por falta de trapío, no tiene remate, ni morrillo ni nada de nada, además pierde las manos tras recibir un puyazo muy trasero y las protestas se dejan oír pero el díscolo del palco lo mantiene en el ruedo.

El toro tiene buenos embroques en el inicio de faena pero no tiene poder alguno. Emilio lo intenta de todas las formas posibles pero la cosa no es fácil de levantar porque además sigue habiendo cierto runrun por lo acontecido en el segundo de la tarde y que comentaré más adelante. Aviso, que para eso si sacaba el pañuelo el tío del palco y de estocada entera baja da por finalizada su labor el matador. Silencio.

Hoy había motivos especiales para esperar y poder ver lo que era capaz de hacer Borja Jiménez por las dudas que había dejado tras su última aparición en la corrida de Victorino Martín.

A portagayola recibe el de Espartinas a su primer toro y en esos mismos terrenos comienza una serie de delantales salpicados con chicuelinas rematando en los medios. Es este un toro corto de manos pero de hechuras armónicas que humilla en el peto del picador que mide el castigo y que se arranca alegre al segundo encuentro. Sale marcando los terrenos de chiqueros pero galopa con ritmo.

Con doblones templadísimos inicia Borja Jiménez el tercio de muleta y el toro clava los pitones en la arena dando una voltereta con la correspondiente costalada que no acusa en absoluto durante el resto de la faena. Encaja los riñones el torero y con la mano derecha da unas tandas de ejecución y colocación perfectas al toro que embiste haciendo el avión y repitiendo de una forma increíble. Con la plaza puesta en pie sigue Borja su faena perfecta, templada y relajadísima. Baja un punto con la mano zurda pero solo un puntito que recupera de nuevo con la mano derecha. Faena perfecta de medida y torería a un toro que da gusto verle y como todos saben, cuanto más calidad tenga un toro, más difícil es estar a su altura y Borja Jiménez ha estado sublime con él. Que rotundidad y que emoción cuando el de Espartinas coge la espada todos estábamos empujándola con él y ejecuta un soberbio volapié de colocación casi perfecta. Los tendidos se llenan de pañuelos incluso antes de que el toro doble pues el animal vende cara su muerte y cuando dobla la plaza es un clamor y ahora debería poner lo que les he dicho al principio de esta crónica. Inaceptable lo que ha ocurrido en el palco y que injusto. Oreja y dos vueltas al ruedo con un clamor como ya recuerdo pocos.

El quinto toro lo recibe de nuevo a portagayola y ejecuta una tanda de verónicas como pocas se han visto en esta feria aunque la flojedad manifiesta del animal después de pasar por el tercio de varas hace que asome el pañuelo verde en el palco y cabestros a trabajar.

El quinto bis es un toro de Torrealta y de nuevo otra vez el torero a portagayola y van tres, para recibir al toro y enjaretar lances a pies juntos y chicuelinas que cuentan con el apoyo unánime de todos los asistentes que de forma incondicional toman parte a favor del torero pase lo que pase pues quieren premiarle con lo que el Presidente le había quitado injustamente.

Se deja el toro pegar en el caballo recostado en el peto del que sale apretando para las tablas en banderillas.

El inicio de faena del sevillano es extraordinario y hay que aprovechar las inercias pues acorta las embestidas cuando se quieren ligar los muletazos. Los embroques no son malos y la disposición y entrega del torero es total. Los doblones finales son de buena ejecución y previos a un pinchazo cobrado en primera instancia aunque en el segundo intento la estocada es perfecta de ejecución y colocación. La petición de oreja es mayoritaria pero el global de la faena comparada con la del segundo toro no debería haber tenido la misma compensación pues la de su primer toro era de dos orejas de muchísimo peso y la faena de este quinto, en otras circunstancias, quizás ni de una. El Presidente concede una oreja que posibilita a Borja Jiménez abrir la Puerta Grande cosa que ya debería haber tenida asegurada desde que arrastraron a «Dulce», que así se llamaba su primer toro, si el señor del palco hubiera demostrado ser un buen aficionado.

Con el ambiente enrarecido por lo ocurrido en el segundo toro le llega el turno a Roca Rey que tiene que enfrentarse al toro de más peso de la corrida, hondo y con los pitones un tanto abrochados y que echa las manos por delante en el capote que le ofrece el limeño. Discreta es la pelea en el caballo del que sale embistiendo con brusquedad. En un quite por gaoneras es arrollado y es él mismo el que se hace el quite desde el suelo. En banderillas siempre aprieta para adentro embistiendo en línea recta.

Con muletazos poderosos inicia Roca Rey su labor con la pañosa dominando unas embestidas con más genio que clase que no llega a entregar nunca con clase y además los embroques no son los mejores para poder hacer algo interesante. Silencio recibe el torero tras acabar con el toro de una estocada desprendida.

El sexto no puede ser más feo de hechuras y alto como un pívot de baloncesto que sale oliendo la arena y manseando descaradamente. Es el torero el que se va al centro de la plaza para intentar recogerlo con el capote y soportar dos o tres frenazos que resuelve de manera meritoria. Mansea huyendo de un caballo a otro y recibe muy poco castigo. En el segundo tercio no cambia de actitud y con la muleta en mano se va Roca al toro para intentar lo que casi veíamos imposible a pesar que en muchas ocasiones este tipo de toros cambian en el último tercio.

Le quita las tonterías Roca Rey al toro a base del poder que atesora este torero con la muleta, pero en cuanto el animal se siente podido se acula en tablas y se niega a todo por mucho que el peruano quiera insistir. Decepcionado el torero cambia la espada de ayuda por la de acero y de una estocada habilidosa con el toro pegado a las tablas da por finalizado su paso por esta feria. Silencio.

Y esto ha sido todo por hoy, una tarde en la que todo el mundo salía cabreado con el del palco y un tanto aliviados porque al menos ha habido motivos para pedir la oreja que necesitaba Borja Jiménez para abrir la primera Puerta Grande de matadores de lidia ordinaria en este ciclo, cosa que a D. José Luis González González le habrá venido genial para dormir esta noche sin remordimientos de conciencia aunque la orden de alejamiento que yo le habría impuesto no se la perdono.

Y hasta aquí por hoy. Mañana más y mejor.

Crónica: Tomás Mata Menchero

Foto: © Alfredo Arévalo (Plaza 1)

Plaza de toros de Las Ventas. Toros del hierro de Victoriano del Rio y Torrealta (6º bis). Lleno de no hay billetes.

Emilio de Justo; silencio y silencio.

Borja Jiménez, oreja con dos vueltas al ruedo y oreja.

Roca Rey; saludos tras aviso y silencio.

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