Diego Ventura dejó su premio en una oreja por el mal uso del rejón de muerte. Ginés Marín se inventó una faena de la nada, ante un toro que no parecía tener posibilidades de triunfo. Cortó una oreja de mucho peso en Las Ventas. Paco Ureña sin opciones en su lote se fue de vacío.
Después de mucho tiempo se ha celebrado en Madrid una corrida mal llamada mixta pues se han lidiado toros y no toros y novillos que son los festejos a los que se les debe denominar así.
Lleno en los tendidos con un público “entreverado”, es decir mezclados los amantes del bello arte del toreo a caballo y los partidarios más del toreo de lidia ordinaria.
En el cartel el rejoneador Diego Ventura y los matadores de a pie Paco Ureña y Ginés Marín, con quienes hizo el paseíllo como sobresaliente el torero francés Jeremy Banti.
Los toros reseñados para la tarde de hoy eran de la ganadería de María Guiomar Cortés de Moura, para la lidia a caballo lidiados en primer y cuarto lugar y de Montalvo para la lidia a pie. De buen juego y presentación los de la ganadería portuguesa aunque a veces tenemos la sensación de estar demasiado recortados de pitones y de justa presencia los de Montalvo ganadería de la que se esperaba más ya que se recordaba su triunfo en Valencia y yendo más allá la primera de San Isidro del pasado año que fue más completa que los que han desembarcado este año en los corrales de Las Ventas, pues los de hoy han sido justitos de fuerza y codicia para seguir los engaños, noblotes y sin clase de sobra, aún así han destacado en el encierro los lidiados en 2º y 6º lugar.
Diego Ventura salió al ruedo montando al caballo lusitano «Joselito» para parar al abanto toro que hizo primero, colocó un solo rejón de castigo antes de cambiar de cabalgadura y montando a «Fabuloso» realizó un galope alrededor del ruedo, llevando cosido al toro que enardece al público para colocar después farpas que caen un tanto desiguales de colocación. Las acometidas del toro bajan de intensidad y es montando a «Lío» cuando ejecuta un par de banderillas al quiebro dándole todas las ventajas al toro que mide su embestida al caballo. Pidió permiso al palco, que ya ha cambiado el tercio, para colocar un par más a dos manos a lomos de «Guadiana». Con un pinchazo y un rejón de efecto espectacular puso fin a su labor. Ovación.
En el cuarto el caballero de la Puebla del Río puso dos rejones de castigo a un toro que tuvo ritmo galopando montando a «Campiña», para posteriormente llevar alrededor de toda la circunferencia y a dos pistas al toro muy cerquita del estribo. Subió el diapasón de la faena con el caballo «Bronce» que parece de goma. Banderillas al violín de nuevo con «Guadiana» pinchazo y rejón de muerte al segundo intento que hace rodar al buen toro portugués. Fuerte petición y oreja concedida por D. Ignacio Sanjuán Rodríguez, Presidente de festejo.
Volvía a Las Ventas el torero murciano Paco Ureña después de su más que discutible encerrona del pasado año en el que las cosas no rodaron todo lo bien que se podía esperar.
Ureña no está como aquel tiempo que nos tenía acostumbrados, aunque con el capote ha estado bastante bien en el que hizo primero para él, toro serio aunque con poco cuello y al que realizó un quite por gaoneras como réplica al que en su turno de quites ejecutó Ginés Marín por apretadas chicuelinas.
Muleta en mano pidió permiso al Presidente para brindar, entre murcianos, a Ortega Cano y Pepín Jiménez homenajeado en el día de hoy. Estatuarios, trincherillas preceden a una tanda de naturales un tanto irregulares, el animal acusa debilidad y se viene abajo, lo intenta con la derecha pero no hay nada que hacer. Una estocada baja puso fin a su labor.
Con su segundo, quinto de la corrida, un toro al que le tapa la cara para una plaza como esta y que enseña las puntas Ureña poco puede hacer, pues el toro echó la persiana , se le insta desde el tendido que acabe con ese animal tan deslucido, lo despacha de una estocada desprendida y se hace el silencio en la plaza.
A Ginés Marín le correspondió en primer lugar un toro que no aparentaba el peso que se anunció en la tablilla pero astifino hasta decir basta y un tanto acapachado de cuerna. Mal picado por Guillermo Marín, padre del torero, mejoró algo el toro en banderillas humillando la embestida, pero nos engañó porque en el tercio de muleta nunca acaba de pasar con su media acometida y defendiéndose constantemente. Lo intentó con ambas manos el jerezano al que mucha gente le cita como extremeño, pero es imposible sacarle nada a este animal venido muy a menos. Estocada cobrada a cámara lenta que provoca el aplauso de los asistentes.
El sexto fue un toro con mucho músculo que se dejó pegar fuerte en el caballo. El toro no presagiaba nada bueno, pero cual es la sorpresa cuando Ginés se va al centro del ruedo para brindar al público ante la extrañeza general pero ¡Ay señores! Este torero tiene algo muy especial y sabe muy bien lo que se hace. Ayuda al toro en los inicios de faena, le trazó los raíles por donde debía pasar, molinete y muletazos de variada gama sin obligar al toro, lo va haciendo, se va inventando al animal, él lo hace todo hasta que en paralelo y en la segunda raya colocándose correctamente saca muletazos excelentes con la mano izquierda de muchísimo mérito y con despaciosidad. La faena toma cuerpo y él exprime al toro que se ha inventado y construye una labor de estructura perfecta, acabando con muletazos de uno en uno de auténtico cartel, se va a por la espada y ejecutó un volapié perfecto, muy despacio y haciendo la cruz como mandan los cánones que acaba con la vida del animal que Ginés ha diseñado. Petición fuerte y oreja, sí, solo una, como debe ser, pero oreja de muchos quilates. Muy bien torero, que bien has estado hoy en Madrid. Que forma de medir las distancias, los tiempos, la colocación y despaciosidad. ¡Bravo torero!.
Hasta aquí lo que ha dado a mi juicio la tarde de hoy, mañana vienen los de José Escolar y por supuesto intentaré que sea más y mejor.
Crónica: Tomás Mata Menchero
Galería fotográfica: ©Plaza 1