Toreo de muchos quilates y toros que colaboraron a ello. Emilio de Justo y Tomás Rufo a punto de salir de nuevo por la Puerta Grande de Madrid. Roca Rey se quedó en tierra de nadie.
Estamos en un momento en que posiblemente tan solo un “A” diferencia los nombres de los propietarios de las ganaderías más apetecibles de la actualidad en función del grupo de toreros que tengan la posibilidad de enfrentarse a sus toros, a mi juicio Victorino y Victoriano, pues rara es la vez que en las corridas que se anuncian no se ve algo especial.
Esta tarde ha sido la de Victoriano del Río la enchiquerada para la ocasión y a pesar de que esta casa ganadera tenga dos hierros diferentes y casi siempre se anuncian con los dos, es decir Victoriano del Río y Toros de Cortés, aun siendo de la misma procedencia y encaste. Esta tarde se han lidiado únicamente los del primer hierro y eso que en el programa de mano se anunciaban los dos mientras que en la hoja adjunta solo figuraban los toros del primero, que a la postre fueron los que saltaron al ruedo, con su hierro y divisa correspondiente que es distinta a los de Toros de Cortés. Hay que cuidar esos detalles señores de la empresa, aunque la mayoría de los asistentes en el día de hoy no hayan caído en eso, me refiero a los asistentes eventuales, no a los aficionados de costumbre.
Las hechuras eran perfectas, bien rematados y aunque unos fueron más enclasados que otros, el juego en general pasó con cierta nota, quizás el lidiado en segundo lugar tuvo algo más de dosis de mansedumbre que los demás, destacando como mejores el cuarto y el sexto, el quinto el más flojo pero con clase y más anodinos tercero y primero aunque este se movió algo más.
Con los tendidos a reventar y el consiguiente “No hay billetes” en las taquillas sonaron clarines y timbales para que los alguacilillos hicieran el protocolario despeje de plaza.
Como era previsible, mucha gente guapa en los tendidos, mucho clavel en las solapas y mucho, mucho gin tonic que no pocos ya traían puesto desde los bares exteriores.
El diestro cacereño de Torrejoncillo Emilio de Justo que nos visitaba cuatro días después de su comparecencia anterior, el peruano de Lima Roca Rey y el de Pepino provincia de Toledo Tomás Rufo, formaban la terna de esta agradable tarde en lo que a climatología se refiere, siendo tanto el segundo como el tercero de la terna los que comparecían en su primera tarde en el presente ciclo isidril.
Bajo de hechuras es el primer toro de la tarde, muy armónico y recto de viga al que Emilio de Justo recibe por verónicas para gallear por chicuelinas al paso y poner al toro en suerte. Quiero decir de antemano que en el día de hoy se ha picado de nuevo poco y mal e incluso a alguno ni siquiera se le han introducido las cuerdas de la puya. Un simulacro de suerte de varas toda la tarde que en algunas ocasiones no han hecho sangre ni para un análisis clínico, pero en fin, habrá que ir acostumbrándose a esta pantomima, yo me resisto a ello a pesar de que empieza a ser una batalla perdida.
Marca intenciones el toro de ir hacia terreno de tablas, lo que hace laborioso el tercio de banderillas.
Pegado a terrenos donde Emilio cree que molesta menos el viento, comienza su faena de muleta consiguiendo ligar alguna serie con ligazón aprovechando las inercias. La labor del extremeño está siempre al límite de ir a más, pero no acaba de hacerlo porque el animal se para con frecuencia. Lo de mayor mérito es una serie al natural y otra sobre la mano derecha después de desprenderse de la espada. Se atasca con la espada en la suerte suprema y pincha hasta en cuatro ocasiones, hasta que el toro dobla. Silencio.
El segundo del lote de Emilio de Justo echa las manos por delante en el recibo capotero y no hay lucimiento. La lidia de El Algabeño parece descubrir otro toro y a pesar de no estar muy sobrado de fuerzas, comienza el matador doblándose por debajo de forma muy torera. La distancia que aplica el torero hace que el toro pase con cierta largura, en terreno de cercanías la cosa no funciona igual. Pero es cuando el toro se siente más entregado y pierde esa inercia, cuando Emilio da una tanda de naturales ya más en línea curva lo que hace que el público rompa en olés. La faena es muy estética y para remate finaliza con unos trincherazos muy jaleados y con la espada está rayando la perfección. Fuerte petición de oreja que el Presidente concede.
Vuelta con el apéndice en la mano sin ninguna protesta pues la faena ha sido muy meritoria.
Se hace presente Roca Rey ante el segundo del festejo, un toro alto y hecho cuesta arriba con el que el peruano no puede lucirse con el capote. Simulacro del tercio de varas y a otra cosa mariposa.
Descompuesto y arreando acude a la franela en el tercio de muleta, es violento pero pasa a su aire, hace falta dominarlo muy por abajo y corregir constantemente las distancias en los cites, lo que Roca Rey no llega a conseguir del todo y aquello no toma altura. Mi sensación particular es que este no es el Roca Rey de otrora al que le servían casi todos los toros. De hecho, no gozó del calor y fervor que en otras ocasiones gozaba, al menos por parte de quienes van a los toros en los días que él torea, pues hoy ni eso. Tampoco ha sido esta tarde con la espada el cañonero de otras veces y nadie se manifestó tras arrastrar al toro.
Muy serio de cara es el quinto de la tarde, fino de cabos y rematado que embroca bien en el capote de Roca pero que después de salir del primer encuentro con las huestes montadas manifiesta claros defectos en los apoyos y a pesar de ser protestado, el “aficionado” que ocupa el sillón principal del palco presidencial opta por dejarle en el ruedo. Brinda a la Presidenta de la Comunidad de Madrid Isabel Díaz Ayuso. Hombre un toro de esas condiciones no merece ser brindado a nadie, esta es una opinión personal, pues debía ser consciente de que por mucho que lo quisiera intentar, el toro no podía cumplir con los deseos que el torero desearía para lucirse. Entre protestas trata el peruano de justificar su brindis y no consigue nada digno de mención ya que al animal le cuesta mantenerse sobre los apoyos. Pinchazo, estocada y dos golpes de verduguillo necesita Roca Rey para que salga el tiro de mulillas, no sin escuchar antes un aviso. Silencio.
Bien rematado y tocadito del pitón izquierdo es el primero del lote de Tomás Rufo y que no permite al toledano lucirse con el capote al no entregarse en sus embestidas y se deja que le den en varas sin empujar. El público se vuelve loco en un par de banderillas ejecutado por Fernando Sánchez dando ventajas al toro pero clavando un tanto pasado al ganar la cara con mucha velocidad.
No tiene ritmo uniforme en los primeros compases del tercio de muleta, aunque hincado de rodillas pone al público en pie al pasar al toro muy templado y con largura en una serie muy de línea curva. En los medios el toro no responde de igual manera y manifiesta cierta aflicción y apenas se entrega por más que Rufo lo intenta por activa y por pasiva. El final es de manso yéndose a las tablas donde el toledano pincha en repetidas ocasiones y recibe un recado presidencial, descabella al primer intento y silencio absoluto a su labor.
El cierraplaza parece dos toros en uno pues si bien por delante es serio y de mucho respeto, por detrás no está muy rematado que se diga. Tiene la fuerza muy justita pero clase le sobra y es por eso por lo que en caballo recibe solo dos picotacitos ante alguna protesta el grito de “hay que picar”. Se lucen con los garapullos tanto Andrés Revuelta como Fernando Sánchez. Brindis al respetable y se va mi tocayo Rufo a la cara del toro para con la mano derecha y toreando para ayudar al burel en los primeros compases, consigue el torero alguna serie limpia y que poco a poco bajando la mano consigue que la embestida del toro vaya a mejor y cuaja una buena faena a base de pulsear mucho y no dejarse enganchar el engaño. Lo mejor viene con la mano zurda circunvalándose el toro alrededor de la cintura, para continuar con otra de semejante perfección, se permite el animal aguantar hasta alguna serie larguísima a base de temple y colocación del torero que consigue enloquecer al público. La plaza se vuelve loca y empiezan a buscar los pañuelos blancos para tenerlos preparados si entra la espada en buen sitio, pero tienen que soltarlos, pues pincha en el primer intento, pincha de nuevo en el segundo y coloca un buen espadazo al tercero con la consiguiente decepción en los tendidos que veían muy de cerca una nueva salida a hombros por la puerta que da a la calle Alcalá. Todo quedó en una vuelta al ruedo tras ser ovacionado el toro en el arrastre.
Y hasta aquí hemos llegado en el día de hoy. Mañana tenemos mano a mano sevillano que no sé muy bien a cuento de qué viene eso, pero es lo que está anunciado y yo trataré de contárselo, como dice el título de la archiconocida canción de Frank Sinatra “A mi manera”.
Crónica: Tomás Mata Menchero
Foto: © Alfredo Arévalo (Plaza 1)
Ficha del Festejo:
Plaza de toros de Las Ventas (Madrid). Decimotercer festejo de la Feria de San Isidro. Lleno de ‘No hay billetes’. Toros de Victoriano del Río.
Emilio de Justo; silencio tras aviso y oreja.
Roca Rey; silencio y silencio tras aviso.
Tomás Rufo; silencio tras aviso y vuelta al ruedo.
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