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A caballo Leonardo Hernández, confirmando su arrolladora temporada y afianzado en la senda del triunfo, y a pie la maestría de Enrique Ponce y la solvencia de Sebastián Castella, consiguieron triunfar con una discreta corrida de Montalvo, Albarreal y Castillejo de Huebra.

Tomelloso cumplirá mañana 44 años de la inauguración de su actual plaza de toros, coso de relativa juventud en el tiempo, que goza de una capacidad en sus tendidos que cada año se ve casi al completo por la gran afición taurina de la que presume la conocida como “ciudad del vino”. Los algo más de 5.000 que entran en el coso de la calle Don Víctor no fallan año tras año a la llamada de carteles de toros muy atractivos con la presencia de las figuras combinando precios muy competitivos y atractivos si los comparamos con la mayoría de las plazas de toros de la zona, en carteles como decíamos con la presencia de las figuras. Cuando el empresario es capaz de conjugar estos dos factores, la gente entra en las plazas de toros, y para muestra de ello, Tomelloso y sus mas de tres cuartos en los tendidos con motivo de sus ferias y fiestas en honor a la Virgen de las Viñas.

Hace dos años pudimos ver una corrida de Montalvo a la que cortaron las orejas Juli, Perera y Talavante, que se movió y que tuvo en dicha virtud de la movilidad su mejor aliado. En el caso de los lidiados ayer por el mismo hierro salmantino, así como los onubenses de Albarreal dejaron bastante que desear por un comportamiento demasiado discreto, sin romper hacia delante y faltos de transmisión en líneas generales. Los dos para rejones de Castillejo de Huebra adolecieron de la misma falta de entrega y celo dificultando por consiguiente la brillantez de las lidias a caballo.

Leonardo Hernández sudó con un primer enemigo que pronto se emplazó y agarró al piso, sin recorrido ni colaboración en forma de galope que facilitara los embroques y el lucimiento del extremeño. Sin embargo en el cuarto pudo dejar patente la dimensión de torero a caballo que durante la temporada viene exhibiendo, gracias a una cuadra muy completa, muy puesta y a gran nivel. Tampoco fue un derroche de ritmo, cadencia y calidad en el tranco el segundo de su lote, pero con esas pocas opciones concedidas por el de Castillejo de Huebra, Leonardo lo señaló dos veces con el de castigo, para después en banderillas lograr momentos de mucha vistosidad en una especie de corbeta en suspensión al citar montando al tordito “Xarope” que caldea los tendidos por aquello de lo espectacular. Mas fundamental, más puro y de mayor importancia tuvo la manera de enganchar en el estribo al que hizo cuarto con la flexibilidad del caballo albino “Sol”, que se los deja llegar muchísimo demostrando mucho corazón este caballo y elevando el tono de una faena que tuvo el epilogo de las cortas al violín y un rejón de muerte efectivo que valdría para conseguir el doble trofeo.

El primero de lidia a pie, fue uno de Albarreal que en resumidas cuentas resultó un monumento al “querer y no poder”. Se lidió con suavidad para que llegara con vida a una muleta de Ponce que tiene como una de sus principales armas, la suavidad y el temple para este tipo de trasteos en los que el de Chiva es todo un catedrático del toreo que juega con las alturas y evita cualquier tipo de tirón o brusquedad que acabe con el toro aterrizando en el ruedo. Meritoria labor premiada con una oreja.

Su segundo del lote fue un colorado de Montalvo, con algo más de presencia que el resto, y que se comportó de manera noble sin demasiadas virtudes. La faena a este que hacia quinto de la tarde tuvo el sello personalísimo de la torería de Ponce. Conjugó perfectamente el sello de calidad al salirse con él en los comienzos del trasteo, flexionando una pierna y remarcando su silueta de torero caro. Dicha conjunción tuvo espacio también para los adornos que marcan su tauromaquia, como es el molinete de su mano derecha interpretado con empaque y tantas veces imitado por muchos. Tomelloso aprobó la faena del maestro de Chiva y tras dejar una buena estocada le concedieron las dos orejas.

El primero de Castella fue otro toro de Albarreal sin entrega ni argumentos de bravo. Ni se le pudo obligar, ni pegar en el caballo, ni apretar con la franela. Cuando todo esto sucede, y la falta de raza inunda de color el cuadro, poco podemos destacar. El francés pasó por Tomelloso con una sombra tras el alargada que parece indicar agotamiento, o falta de ilusión a la hora de afrontar sus compromisos. Se le ve apagado al que fuera destacado triunfador de la pasada temporada. En este primero de su lote terminó una discreta labor con una estocada desprendida que le valió la oreja.

El Montalvo que salió en sexto lugar fue quizá el de mejor condición de la tarde con el que Sebastián se estiró a la verónica de salida. Aquí había más enemigo y por consiguiente posibilitó el lucimiento del francés en un quite por chicuelinas abrochando la media en el remate. También permitió ver en banderillas a José Chacón, uno de los de plata que anda sobrado y que clavó arriba dejándose ver. En la muleta Castella no llegó a entenderse con el toro, dejando muchas lagunas en los aspectos de series ligadas o limpias en las que hubiera argumentos. Tampoco hubo distancias que permitieran ver venir al de Montalvo ni la emoción que el torero francés ha sido capaz de transmitir tantas tardes con oponentes de peor condición que este. Tras un desarme que enfrió aun más la faena pidió a la banda que volviera a sonar, consiguiendo trazar al natural con mayor profundidad y entendimiento, pero ya estaba el pescado vendido y el de Montalvo tocando su fin. La espada arregló el asunto y la oreja concedida le valía para acompañar a hombros a sus compañeros en una tarde de toros en la que Tomelloso dejó bien claro que la musculatura taurina en la “ciudad del vino” se mantiene en forma, con la base de siempre e incorporando savia nueva que alargue la vida taurina de uno de los pueblos más importantes de la región.

Crónica: Víctor Dorado Prado

Galería fotográfica: ©Manuel del Moral Manzanares

Plaza de Toros de Tomelloso. Más de tres cuartos de entrada. Tarde calurosa.

Se lidiaron para rejones dos de Castillejo de Huebra, 1º muy parado y 4º con algo más de colaboración. A pie, dos de Albarreal (2º y 3º) sin raza ni transmisión y dos de Montalvo (5º y 6º) con algo más de fuelle, destacando como menos malo el sexto que tuvo más virtudes en su comportamiento.

Leonardo Hernández: Ovación y dos orejas

Enrique Ponce (Grana y oro): Oreja y dos orejas

Sebastián Castella (Lila y oro): Oreja y oreja