El alicantino y el sevillano se gustan con dos enclasados toros de Juan Pedro Domecq. “El Fandi” les acompañó a hombros por la Puerta Grande.
El coso de “Las Eras de Marta” acogió la primera de las tres citas que Pereda ha confeccionado en una localidad, donde volvieron sus tradicionales encierros y donde la fiesta de los toros, parece que vuelve a recobrar el pulso. En el paseíllo las miradas se repartieron entre el desmonterado debutante, Manzanares, y el capote de paseo blanco y oro que lució en un gran gesto Daniel Luque, rindiendo homenaje de esta forma al matador de toros Reina Rincón, en el veinte aniversario de su trágica y dolorosa perdida.
La corrida de Juan Pedro tuvo la presencia óptima para la categoría de la plaza, con tipos muy de la ganadería, hechuras de toro guapo, bajos, con la conformación de pitones de los que gustan a los profesionales, vaya, seis peritas en dulce para los que se pusieron delante de ella. La cuadra de caballos de picar tuvo poca faena, los petos quizá no hizo falta ni limpiarlos de sangre ni nada de eso, como peligrosamente viene siendo rutina en tardes como la de hoy, pero como atravesamos momentos de remar hacia el disfrute del público, y mirar con el prisma hacia lo positivo del asunto, pues dejémoslo ahí…
Manzanares y Luque desarrollaron sobre el ruedo actuaciones acorde con el gran momento que ambos atraviesan. Jose Mari muy rotundo con su lote en todos los tercios y lo de Luque, que ya deja de ser noticia, pero sigue siendo de justicia ponderar la firmeza y la capacidad que demuestra cada día.
El segundo de la tarde lo iba a desorejar Manzanares sin despeinarse. Se presentó a Almodóvar con un capote hondo a la verónica. La faena tuvo grandes matices técnicos del alicantino, sin llegar a traducirse en continuidad, pero dejando destellos magníficos de manera intermitente. Estoconazo al “rincón de Ordoñez” patas arriba el de Juan Pedro y las dos peludas a manos del hijo del Maestro. Con el quinto, por el lado derecho aparecieron momentos de profundidad, cuando en la primera parte del trasteo, aún tenía gas el de Juan Pedro, que planeó con la cara detrás de los vuelos y muy por abajo; tras esas tres primeras tandas, aquello se desvaneció en lo emocional por la bravura y en lo artístico. La espada en la yema profundizó lo justo para llevarlo a tablas y atronarlo con el verduguillo, obteniendo un nuevo apéndice.
Daniel Luque jugaba de nuevo en casa, ante sus paisanos de adopción, ya que Almodóvar quiere mucho al de Gerena y cierto y verdad es, que dejando a un lado lo sentimental entre el torero y la localidad, Luque en lo profesional atraviesa un momento donde se le puede querer y se le puede seguir sin lugar a dudas. Entonadísima actuación tuvo en el tercero de la tarde, al que le hizo todo bien, desde la primera verónica, hasta el estoconazo en la yema que lo fulminó, al igual que fulminó a los de “no lo mates” cuando se pedía un desmedido e incomprensible indulto.
Reiterar que Luque mece el capote con los vuelos de una manera sensacional, y que se deja caer en la pierna que carga la suerte, consiguiendo un empaque a la verónica brutal no es nuevo, pero hay que decirlo. Por cierto, vaya dos medias verónicas dejó hoy en el broche de su quite artístico a este tercero, de locos. Reiterar que Luque pisa el ruedo con una seguridad tremenda y dando igual el tipo de toro que tenga delante, tampoco es nuevo, pero hay que decirlo. Reiterar que Luque tiene el punto de madurez idóneo para ajustar los cites, las distancias, los tiempos exactos y con ello ir apretando a los animales hasta romperse las muñecas tan encajado, tan reunido, tan de verdad, con esa expresión corporal que le acompaña de manera natural, pues tampoco es nuevo, pero hay que decirlo, como hay que decir que con la espada es un torero muy puro, y como hay que decir que Luque es hoy por hoy, mucho Luque. El rabo del tercero al que le dieron la vuelta al ruedo, tras leve petición de indulto elevó el sabor de triunfo y la felicidad al respetable. Con el que cerraba la tarde anduvo igual de firme, pero el que fue más feote de los seis, le regaló poquito mimbre para el lucimiento, escuchando una cariñosa y justificada ovación a su tarde en conjunto.
Tras ese tercer capítulo de la tarde, donde Luque y “Tunante” llevaron el éxtasis al tendido, el respetable se afanó con la tradicional merienda, desconectando de alguna manera ante un Fandi que tarde tras tarde, te podrá gustar más o menos, pero que ahí sigue el de Granada, “dando palitos a la burra” como expresa en repetidas ocasiones al referirse al esfuerzo de mantener un listón de torero, que garantiza espectáculo cada tarde, y esto tras veintitrés años de alternativa no es moco de pavo.
Le cortó la oreja al primero, con el que demostró las buenas maneras y el buen trazo que predomina en su toreo de capa. Lo hizo a la verónica sensacional y lo hizo en otro registro, con el quite por las vistosas “lopecinas” o “zapopinas” como ustedes quieran llamarlas. En banderillas hubo diversidad, con mayor y menor reunión y eso sí, manteniendo un nivel de facultades que empieza a resultar asombroso con el paso de los más de veinte años que lleva en el tajo el de graná. Al cuarto, le cortaría un desmedido doble trofeo a través de los registros que ofrece poseer tanta veteranía en estas lides, y de saberle buscar las vueltas a su oponente, que se agarró mucho al piso, durando un suspiro.
El sábado para el segundo capítulo se anuncia una corrida de toros mixta, donde formaran parte el número uno actual del toreo a caballo, Diego Ventura, y los matadores Pablo Aguado y Tomas Rufo. Lidiaran reses de “La Galana” y Román Sorando respectivamente, ¡que Dios reparta suerte!
Crónica: Víctor Dorado Prado
Galería fotográfica: Jesús Monroy
Ficha del festejo:
Plaza de Toros de Almodóvar del Campo. Dos tercios de entrada en tarde muy agradable de temperatura.
Se lidiaron toros de Juan Pedro Domecq, nobles, manejables y justos de raza en los tramos finales. Destacaron por su clase tercero (premiado con la vuelta al ruedo) y quinto.
“El Fandi” de coral y oro: Oreja y dos orejas.
Jose Mari Manzanares, de azul noche y oro: Dos orejas y oreja.
Daniel Luque, de tabaco y oro: Dos orejas y rabo y ovación.
Los tres toreros salieron a hombros por la Puerta Grande.